domingo, 20 de marzo de 2016

GR-180 . Casavieja. Piedralaves. La Adrada . Valle del Tiétar

El Valle del Tiétar es conocido también como “La Andalucía de Ávila”. Es la comarca abulense de clima más suave. Está situada al sur de la provincia de Ávila limitando con Extremadura, Toledo y Madrid, al sur de la Sierra de Gredos y protegida del frío por ella. Su altitud media sobre el nivel del mar es de 400 m. Este Valle es el escenario de un paisaje lleno de contrastes. La floración de los cerezos durante los meses de marzo y abril constituye una maravillosa explosión cromática, en la que se funden la blancura de las cumbres nevadas de la Sierra, los verdes de la vegetación de sus laderas y el blanco, repentino y exuberante, de los cerezos en flor de El Hornillo y El Arenal. Donde atravesaremos los siguientes pueblos.

CASAVIEJA dependió del señorío de La Adrada que fue concedido por el rey Alfonso XI a mediados del s. XIV a Ruy López Dávalos, después a Álvaro de Luna y por último a Beltrán de la Cueva. Posteriormente consiguió la carta de villazgo con sus correspondientes privilegios, tardía-mente en 1662 por parte del rey Felipe IV, estaba citada ya como aldea en el Libro de la Montería, escrito por mandato de Alfonso XI en el siglo XIV, pudiendo pensarse que por alguna choza o cabaña que hubiera habido en este lugar, fuera el origen del nombre de la villa.

El urbanismo de este pueblo, como el de tantos otros, es bastante irregular, se ve claramente que no responde a un trazado concreto, ni tampoco sigue unas normas establecidas. Esto puede deberse a lo abrupto del terreno, pues al ser una zona de alta montaña, hay laderas, barrancos y caídas en picado muy difíciles de salvar. Así, los antiguos, construyeron como y donde pudieron, esto no quiere decir que esté mal, ni muchísimo menos, ni se pretende quitarles méritos por no haber seguido un trazado hipodérmico, muy al contrario, si no lo hubiesen hecho así, no mantendría ese peculiar encanto.

PIEDRALAVES es la villa “nacida al píe del Alabe” o sierra. Increíble despliegue de la naturaleza y de la arquitectura popular con empinadas calles estrechas que resuelven de forma increíble las casas y edificios. Piedra-laves está enclavado en la ladera de la montaña y eso se refleja en la estructura y fisonomía del pueblo, también las características climáticas de la zona y los materiales que se encontraban a su alrededor y se podían utilizar condicionaron la arquitectura desde tiempos antiguos.

La localidad que definió Camilo José Cela en su libro “Judíos, Moros y Cristianos” como “lindo y minúsculo como una flor”, ha crecido mucho desde los años 50 a esta parte como consecuencia de ser una de las primeras que creyó en la importancia del desarrollo turístico.

LA ADRADA, que a finales del S. XIV consigue el título de villa por deseo desde Enrique III, da cuenta de su solera si contemplamos su castillo, fortaleza de don Álvaro de Luna. Es el centro del valle. Su Iglesia parroquial es de fina-les del S. XVI, y guarda en su interior verdaderas joyas de orfebrería y escultóricas. Casas blasonadas se des-pliegan por la villa. Se venera en La Adrada a la Virgen de la Yedra, nombre que recibe por haber sido encontrada una imagen de la Señora entre la misma.

El castillo de La Adrada puede datar-se en el siglo XIV, cuando Rui López Dávalos decidió fortificar una iglesia que estaba construida sobre una colina a las afueras de la población. Residencia palaciega antes que bastión militar, la construcción se levanta sobre antiguas defensas musulmanas, en una zona de razias y refriegas entre moros y cristianos. El rey Enrique III otorgó en el siglo XIV la villa de La Adrada al poderoso condestable Ruy López Dávalos quien levantó el castillo en sillería y mampostería aprovechando una anterior fortificación, y lo convirtió en una residencia palaciega, frecuentemente utilizada por la realeza.

El castillo es famoso por ser el escenario de los amores del rey Alfonso VI con la princesa mora Zoraida, hija de Al Mutamid, rey de Sevilla, el castillo ha tenido otros propietarios ilustres. Además de López Dávalos lo habita-ron don Álvaro de Luna, don Beltrán de la Cueva y las casas de Montijo y de Alba. Arruinado en el siglo XIX, ha sido reconstruido en la actualidad y se ha establecido en él el centro de interpretación histórica del valle del Tiétar

Nuestra ruta transcurre por el GR-180. El GR 180 penetra en Casavieja, con algún que otro requiebro final, y emprende un cuaderno de ruta revirado hasta llegar a Piedralaves, aprovechando cualquier posibilidad que le brinda la red viaria, incluidos varios cruces de carreteras. Antes de finalizar la etapa, los últimos kilómetros surcan un espacio natural de sumo interés ambiental y rica tradición histórica como es la dehesa boyal de Piedralaves, un extenso comunal de pastos donde se apacientan estacionalmente los rebaños y vacadas y en el que abundan los robles, fresnos, alcornoques y otras muchas especies botánicas.

Las dehesas tienen una importancia económica, cultural y ecológica innegable en el valle del Tiétar. Las más antiguas son las Dehesas Boyales, que se remontan a la Edad Media, y procedían generalmente de cesiones de la nobleza a los vecinos para el resguardo y alimento del ganado. La importancia de esta forma de explotación ganadera se evidencia en muchos tramos del recorrido. Nos alejamos del piedemonte de Gredos para cruzar el Tiétar.

Los robustos alcornoques nos acompañan y las cerradas o prados ganaderos bordean el camino. Se cruza el río Escorial por el Puente Nuevo y los grandes pinos resineros comparten hábitat con altivos piñoneros. El camino termina en el señorial callejero de La Adrada donde damos por finalizado esta bonita ruta de Senderismo, no sin antes visitar sus castillo. Esta ruta fue realizada por el Grupo de Senderismo La Facendera de Salamanca.

Fotos de la Ruta.
https://goo.gl/photos/UogLMsGmAd4R35ECA

Video de la Ruta:

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